jueves, 9 de agosto de 2012

Cantabria Infinita: II. Escribir y leer.

Miércoles, 8 de agosto.

Lo bueno de viajar sin destino es que si no te apetece hacer nada, puedes no hacer nada. Y, curiosamente, lo único que pasa es que no pasa nada.

Hoy me he quedado todo el día en la posada, trabajando, leyendo el periódico, descansando y disfrutando de este remanso de Paz. Sólo he salido a comer a Isla, después me he dado un pequeño paseo por sus playas y me he vuelto a la casa rural para ver jugar a la Selección Española de Baloncesto. Es que hoy no aguanto el sol.

***

Son las 19:30 y no sé si coger la bici y darme una vuelta...

No.

Hoy no aguanto el sol.

Cencerros y mugidos de fondo. Algún que otro coche. Balar de ovejas de forma esporádica y, de vez en cuando, un relinchar de caballos. Esto es lo que oigo desde es porche de la parte trasera de la casa. Me acompañan un geranio blanco y "El Guardián de la Flor de Loto", de Andrés Pascual.

Otra historia que comienza...
Levanto la mirada y solo veo una colina llena de pinos y eucaliptos. Con alguna brisilla, me viene un olor que creo reconocer: ¿jazmín?

Después de algo más de una hora, me vuelvo a la habitación. Me afeito, me ducho y salgo a cenar, no sin antes entablar una conversación con el dueño de la posada (o sea, el posadero) que puede conllevar futuros... ¿negocios?

Ajo, Ajo, Ajoooooo. No, no le hago monerías a un crío. Es como se llama el pueblo en el que estoy cenando y ha cambiado tanto desde la última vez que estuve aquí... ¡Qué penita! S/C.

En fin. Me vuelvo a mi guarida...

¿Mañana?

Ya veremos qué nos espera por ahí... 

A más ver.

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