lunes, 20 de agosto de 2012

Asturias, Paraíso Natural: VI. Una de coche.

Sábado, 18 de agosto.

Estoy comiendo en el Bar Casa Xico, fundada en 1904, en un pueblo llamado Mestas, en la carretera LLN-14. He terminado aquí después de un buen periplo en coche:

por la LLN-7, desde La Pereda hasta El Mazuco, pasando al otro lado de la montañota y siguiendo esta misma carretera hasta Cortines, en donde me he desviado para ver Buda y Las Jareras. Luego, he vuelto a la LLN-7 y he seguido hasta La Hueria de Meré, en donde me he desviado hacia el sur por la AS-115. He seguido por ésta hasta que se cruza con la AS-114, que he cogido hacia el Oeste, hacia Cangas de Onís.


Ruta en coche.
He continuado por esta carretera hasta un pueblo llamado Corao; aquí me he vuelto a desviar hacia el norte, por la AS-340, pasando por Labra, Igena y Riensana. Este tramo de carretera es un pasada. Aquí, sí que sí, hay trozos en los que el coche entra justito. En Riensana he cogido la LLN-14, hacia el Este. Y es por esta carretera por la que se entra al Valle de Ardisana.

Hete aquí que son las 15:05. Hora perfecta para comer.

Y paso por Mestas... de Ardisana.
Y al otro lado de la carretera veo sombrillas de color rojo...
Y veo gente que aparca el coche y salen hacia allá...
Y pienso... "debe ser un 'papódromo' (o sea, un sitio de papeo)... Y, ¿por qué no me acerco a mirar?"

Ale, aparcando el coche que es gerundio.

Cuando llegas al restaurante, no hay menú. No hay carta. Hay lo que hay. Y hay "Verdinas con chorizo, morcilla y -creo- un trozo de sebo rebozado". Y de segundo, "Torto con un huevo frito y chorizo" (este artículo me ha gustado, me pinche aquí, plis).

Y allá que voy yo...
- Y ¿qué es un torto, buena señora?
- Puestá claru: una torta d'harina -me responde sonriente la sonrosada paisana. - También tenemus cebolla rellena, si lo prefiere.
- Buenoooo(uuuuu)... -terrible decisión la que debo tomar, mientras salivo. - Este... el torto con todo lo demás -me decanto por el colesterol a tope. Cuando estoy de vacas, estoy de vacas.

Se ve que las señoras que fundaron este bar son famosas por las verdinas que hacen. El restaurante está plagado de cuadros con recortes de la prensa local alabándolas, y ellas posando para los fotógrafos.

¡¡AAAAaaaayyyy, Re-Diossss!! ¡¡Esto está del copón de la baraja!!

¡¡Abuela, estas verdinas están de muerte!!, me dan ganas de gritar en el restaurante.

* * *

Zzz... Zzz... ¡¡Tomb!! ¡¡Tomb!! ¡¡Tomb!! ¿Ein? ¿Cómo? ¿Quéee? ¡¡Tomb!! ¡¡Tomb!! (oigo mientras escribo esto...).

¡¡Oooooópaaaa!! El remanso de paz de la Casa Rural ha desaparecido. Se ha esfumado como se esfuma el efímero arte de los castillos de arena que hacen los niños en la playa. Con la llegada de nuevos inquilinos que han sido alojados en la habitación encima de la mía, la tranquilidad y el sosiego ya no están. Se han ido de paseo. ¡¡Mier...@#¬¬!! ¡¡Cómo odio las casas paradisíacas que, estando en un enclave único, no cuidan esos detalles!! Que digo que una cosa es que se oigan, sin remedio, pisadas, caer de llaves y zarandajas variadas, pero de ahí a que parezca que el techo de la habitación se vaya a caer es otra cosa. Lo siento pero ahí, la casa suspende.

* * *

Reunión de Trasgos.
Después de comer, paso al lado de lo que es el punto de partida del mágico y misterioso 'Camino Encantado' y le hago unas fotos a los tragos tallados en madera que hay en el lugar. Esto promete. ¿Un preludio de lo que podría hacer mañana? ¿Sí? ¿Tal vez? ... ... Ya veremos.

Vuelvo a mi ex-remanso de paz y, aprovechando que hoy sí funciona la red wifi, actualizo el blog.

Salgo a cenar. Al mismo sitio de ayer. Casa Canene mola. Son muy amables y el mismísimo señor Canene ha salido a saludarme con un "¡Qué pasa, campeón! ¿Para 1?" Le sonrío.

Sopa de pescado. Sabrosísima.
Panga con salsa verde. Deliciosa.
Tarta de la abuela. Exquisita.
Mezcla infusiones para ver si mato el  torto y el chorizo de mediodía antes de que se fagociten el pescado.

Y vuelta a la Mansión.

¡¡Pim, pam, pum!! ¡Toc, toc, tocotró! ¡Tomb, tomb! Acaban de llegar los 'silenciosos' vecinos de arriba. Independientemente de que las habitaciones estén mal insonorizadas, estos colegas son de lo menos respetuosos.

¿Y mañana...? ¡PLAS!, oigo de pronto en el piso de arriba. Eso, o ha sido un cachete en el trasero o una bofetada. ¡Ñic, ñic, ñic...! Ha sido un cachete, está claro. Y me pongo la almohada en la cabeza para no oír lo que irremediablemente iba a oír en breve. ¡¡¡... bsssggrrñññrrrrbsssssccc-flop!!!

A más ver.

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