lunes, 13 de agosto de 2012

Entre 2 tierras. Esta y la otra.

Domingo, 12 de agosto.

La Habitación del Pánico.
No ha sido la mejor noche de mi vida. La habitación me recuerda inexorablemente a una de esas de los moteles que salen en las películas; es una habitación oscura. No, más que oscura, es... "tarantínica". Me da la impresión de que de un momento a otro van a aparecer por la puerta Vincent Vega y Jules Winnfield (me vean de una vez, si no lo han hecho ya, Pulp Fiction, por favor) pegando tiros a diestro y siniestro en busca de algún tipo puesto de coca hasta las trancas. 

En fin.

En Unquera -paso fronterizo entre Cantabria y Asturias- tengo varias posibilidades: dar media vuelta y volver hacia Isla, ya que tengo asegurado el alojamiento para al menos 1 semana; ir hacia el sur, hacia el interior, hacia esa Cantabria verde que te quiero verde, hacia Potes y Liébana -con sus cocidos, mmm...- y si no encuentro alojamiento seguir hasta... ¿casa?; o bien, seguir por la costa hacia Asturias, Paraíso Natural.

Después de 2 infructuosas horas buscando alojamiento por Internet, llamando por teléfono y gritando por el vecindario "¡se buscaaaaaa hospedajeeee, oiga!", decido aventurarme al país vecino. Sí, a Asturias.

-Mmmsssiii... Buenos días, llamo para ver si le quedan habitaciones disponiblesss... ¿... sí...?
-Pues... ¿cuántos son?
-Somos... bueno, mi bici y yo... -la vacilo para romper el hielo.
-No, lo siento, no admitimos animales de compañía.
-Esteeeee, no verá: una bici; es una bici... cleta.
-¡Ah bueno! Jajaja... No, la verdad es que tampoco. No sé ni para qué le pregunto, si no me quedan! Jaja, ¡Qué tonta estoy! Ya lo siento, hijo.
-Vale. Gracias. Muy amable.

Bueno, pues me da igual. Tiro hacia Ribadesella. Algo encontraré.

* * *

Paso de ir por la carretera general. Molan mucho más las comarcales, las carreteras que se alejan de las prisas, de las áreas de servicio, de las falsas praderas verdes, puestas ahí para embellecer una carretera de 3 carriles de ida y 3 de vuelta... Además, por las comarcales hay más posibilidades de encontrar alojamientos económicos; o de encontrar una carreterilla más estrecha aún, que te lleve a una aldea o a una pedanía o a un barrio de las afueras de un núcleo urbano mayor y que, yendo a toda velocidad por la autopista, apenas sí se prestaría atención al cartel de desvío... en este caso, La Pereda.

La Pereda es una aldea perteneciente al Ayuntamiento de Llanes, aunque esté al otro lado de la Autovía del Cantábrico. Por la carretera de entrada apenas sí cabe un coche. Si viene otro de frente hay que maniobrar. No es peligroso porque no está al borde de un acantilado ni nada de eso, pero si te despistas lo mismo se te cuela por la ventanilla una rama de zarza... o una flor de hortensia... o una ancianina del pueblín, vaya. Es decir, que la carretera es muy estrechina (ah sí, en Asturias se usa el sufijo '-in, -ino, -ina' para determinar cosas pequeñas, como "un culín de sidrina"; o como oí esta mañana a alguien: "queda 1 horina para que nos toque...", que dicho así en voz alta queda fatal porque los que nos somos de aquí lo entenderíamos sin "hache" y, claro, es una cochinada... "¿ha dicho '1 orina para que nos moje'?", pensé... jijiji...).

Total, que me dediqué a investigar en dicha aldea. Hay varios Hoteles Rurales, Apartamentos y Casas de Aldea. Y aquí, escondida, encontré otro remanso de paz...

 
El Remansín de Paz.
... a los pies de la Sierra del Cuera...

... a 4 kilómetros de Llanes...

... rodeado de vegetación...

... 7 habitaciones, pero sólo 6 para huéspedes...

... La Covarada.



Aquí me quedo, ya veremos cuánto...
 
Ducha, paseo nocturno por Llanes, rica cena en el puerto, otro "baseo bara bajar la cena y el alcojol"... y de vuelta al alojamiento.

Y mañana...

A más ver.

1 comentario:

  1. Jo, la habitación, "tarantínica" o "Coheniana"...a mi me recuerda a aquella espantosa habitación de "Barton Fink"...
    En fin, igualico que el nuevo sitio donde estás, una pasada de mono...

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